La pelota giró y el kamchatka vapuleó.

Finalmente, luego de tanta espera, el árbitro hizo sonar su silbato y fuel la dulce música que el Kamchatka ansiaba escuchar.
El partido fue un trámite. Desde el primer momento se veía que el partido estaba ganado. La superioridad física-técnica-táctica-bio-psico-socio-histórico-cultural y principalmente en número de players, fue demasiada para nuestros rivales (aunque tal mote les queda demasiado grande). Aún a riesgo de que suene banal, desde la vestimenta ya se veía que había un solo equipo en la cancha. Los kamchatkeros lucieron su nueva indumentaria auspiciada por Dunbar, mientras que en los otros, había un desprolijo que jugaba con una camiseta de Danubio del ’84 y otro peludo tenía un short que se le caía y andaba con medio culo para afuera. Un desastre. ¡estos esquizofrénicos no aprenden más!
El partido comenzó con un ritmo vertiginoso, el Kamchatka no dejaba respirar a el “Es ahora”. A los pocos segundos, Nicolás “voy a jugar de defensa a ver si este año no hago tantos goles” Gotlieb, arremetió por el centro del campo, construyó una exquisita pared con el Mancho y con un sutil toque de derecha movió las mallas para abrir el marcador. Apenas unos minutos después era la contratación con más repercusión del campeonato, Germán “menos mal que me tomé ese Alikal antes de venir” Marchales marcó el segundo gol, luego de dejar por el camino a nueve jugadores rivales. Él mismo fue quien anotó el tercero con una chilena, una acrobacia digna de un circo chino. Nuevamente Nicolás, celoso porque su rol de goleador indiscutido ya no era tan indiscutido, se lanzó al ataque y se elevó ante un maravilloso centro que le cedió con gran destreza Pablo “qué pasó peludo, viste como te salivé el culito” Chouhy, el arquero salió a cortar el centro pero Nicolás, cual saeta pelirroja, se le anticipó con la mano, “fue la mano de Alá”, comentaba el público. Cuando se iba la primera parte por tercera vez se hizo presente el Mancho en el tanteador con un fantástico gol de “rabona”. Cinco cero se fue el primer tiempo.
Durante el entretiempo la charla técnica sirvió para ajustar algunas cosas. Lipe le pagó al Cuchu un refuerzo de salame que este le había comprado días atrás, Gonzalo le devolvió al Chouny un desmorrugador que el último le había prestado hacía ya tres meses y el pajarito pidió que lo aguantáramos un cacho que iba a pagar la OSE. Los jugadores se dedicaron a descontracturar sus músculos contracturando sus ojos en culos que andaban por la vuelta.
El segundo tiempo estuvo de sobra. Con el partido ya liquidado, se dispusieron a conservar energías, dejar que los minutos pasasen y ahorrar fuerzas para ir al cabarulo en la noche. Vino otro gol de Nicolás, el descuento de los pobres tipos estos, y finalmente el definitivo séptimo gol marcado no sé por quién (recuerden que a esa altura ya hacía cuarenta minutos que estaba sin los lentes).
7 a 1 fue el resultado final y los jugadores se despidieron aclamados por la afición. A la salida del estadio los medios hostigaban al plantel, todos queriendo tener las notas de nuestras estrellas. Los niños se apelotonaban esperando recibir un autógrafo, una mirada, una sonrisa, un boleo en el orto de parte de sus ídolos. Las mujeres gritaban, tiraban corpiños, bombachas, adherentes, una se desmayó al recibir una guiñadita del Lipe, otra se desmayó al recibir una sonrisa del cuchu, una tercera se desmayó cuando una de las porreras la golpeó brutalmente para robarle una cartera que, según la describió Mari (la porrera agresora), “esta de más, no ves que es verde”.
Para cerrar este fiel informe sobre el partido, voy a citar las palabras del capitán de la IASA, Manolo: “...este resultado no nos favorece...” Están cagados!!!